¿Qué hacer? ¿Qué pensar? ¿Qué sentir?... El pasado y el futuro se apiñan sobre un sumamente delicado presente. Añoro esos días de aquella ignorancia llena de gracia que en mi residía, que sólo producía pensamientos simples, afables, y agradables. Ahora mi mente, mi corazón, mi mismísima alma se ve agobiada por este modo de pensar, que no puedo desechar, y que me es imposible descartar. No quiero saber, no quiero saber nada, absolutamente nada... bueno, y ¿Qué demonios sé?; sé que moriré, sé que me iré, sé que mi corazón será roto más de una vez durante mi vida (no necesariamente tiene que ser el amor hacia una pareja, el que propicie esto), sé que lloraré y reiré, sé que actuaré y cantaré, sé que besaré y seré besado, sé que amaré y seré amado, y sé, que también, aunque sólo por momentos ínfimos de tiempo, odiaré y seré odiado. Todas éstas son "certezas", aunque, creo que vale la pena hacerse esta pregunta : ¿En realidad SÉ que esas cosas pasarán?. La verdad es que no lo sé, porque para saber eso, necesitaría saber QUE, en realidad, significa morir, y no me refiero a sólo el óbito, no me refiero a dejar de respirar, me refiero a dejar de existir... ¿alguna vez, dejamos realmente de existir?; está bien, cesamos de vivir, de respirar, de "funcionar" como seres humanos, pero, ¿alguna vez dejamos de existir?; nadie nunca jamás lo sabrá, sólo aquellos que en realidad han experimentado la muerte lo saben, y por lo poco que entiendo sobre todo este asunto de morir, es bastante difícil lograr comunicarse con ellos, muchos han tratado durante los siglos, y sus logros mas diáfanos han sido, ser tildados de locos y de estafadores (aunque después de milenios de vivir en la sanidad mental; ¿qué demonios hemos hecho?; aparte de asesinar billones y billones de vidas, sueños y posibilidades de grandeza)... tampoco sé si me iré, ¿adónde?; es decir, ¿nosotros de verdad vamos hacia algún lado?; seguro, viajamos, visitamos amigos, vamos a las bodegas, a los supermercados, al cine, a restaurantes, a los centros comerciales, pero, ¿en realidad estamos "yendo" a algún lugar?, a mi parecer, no. Siempre estamos en el mismo lugar, en la infinidad (¿significa ésto que somos infinitos?; si formamos parte de la infinidad, ¿deberíamos serlo no?, aunque sea por asociación), en el mismo sistema solar, en el mismo mundo, en el mismo hemisferio, en el mismo huso horario, en el mismo pedazo de tierra, en la misma región, en el mismo país, gobernados por las mismas leyes, en el mismo estado, en la misma ciudad, en el mismo cuerpo... La verdad no sé nada, no tengo la certeza de absolutamente nada, pero eso en vez de desanimarme o de entristecerme, me alegra. La Certeza es una diosa perniciosa, narcisista, egotista, soberbia y a su parecer perfecta, incluso cuando se equivoca, en su inmortal ciudad, acostada en su cama, de rosas adornada, pacíficamente y pensativa, yace, pensando en como asestarnos otro golpe, o darnos otra caricia, pues hay veces en las cuáles se muestra compasiva.
¿Qué he de hacer?; ¿respirar y vivir hasta dejar de hacerlo?; ¿seguir caminando, hasta que se acabe el camino, o hasta que se presente ante mí ese profundo, negro, misterioso e intrigante abismo?; ¿y ahí que haré, sé que al final caeré, pero seré forzado, lanzado de la segura tierra, a ese hoyo oscuro, o será voluntariamente?.
Estoy atrapado, estoy aprisionado, dos inmensas murallas se imponen ante mí, y tan sólo me dejan espacio suficiente para respirar, para existir, ésta soledad me deprime, pero aún más, lo hace la falsa esperanza de salvación, pues cada muralla tiene una puerta, pero, dichas puertas no puedo atravesar, debido a que fui puesto en este lugar, sin las llaves necesarias para salir de aquí. Me encuentro sentado, abrumado por la infinidad de ambas murallas, de la manera que lo harían Einsten u Oppenheimer, ante una ecuación de interminables variables, dado que, en caso de que supieran resolver dicha ecuación, jamás lo harían, pues ésta no tiene fin.
El pasado, como un hambriento y feroz tiburón blanco, persigue a su presa el futuro, que huye con la rápidez del gracioso delfín. Y sólo los separa esa milésima de segundo, que existe entrambos, así pues, el pasado devora el tiempo, mientras que el futuro lo rinde, lo entrega al engañoso pasado, que le promete paz, pero que al saborear esa milésima de segundo, reanuda su interminable persecución.
En esa grandiosa milésima de segundo, en la cual, reinos han caído, vidas se han perdido, llamas de pasión y de amor se han extinguido, en esta milésima de segundo, en la que destinos han sido decididos, ahí, apretujados existimos nosotros... ¿Qué pasará cuando el futuro se rinda, o cuando el pasado lo alcance, y el presente y todo lo que se encuentra inmerso en él haga implosión?; ¿Que pasaría, si éstas masas de tiempo eternamente omnipresentes, pero a la vez inexistentes (pues, un segundo, al pasar del presente al pasado, no existe, sino sólo en la memoria, al igual que un segundo que está en el futuro, como no ha pasado al presente, tampoco puede existir) se encuentran?. Ni pretenderé averiguarlo.
Estoy atrapado, estoy aprisionado, dos inmensas murallas se imponen ante mí, y tan sólo me dejan espacio suficiente para respirar, para existir, ésta soledad me deprime, pero aún más, lo hace la falsa esperanza de salvación, pues cada muralla tiene una puerta, pero, dichas puertas no puedo atravesar, debido a que fui puesto en este lugar, sin las llaves necesarias para salir de aquí. Me encuentro sentado, abrumado por la infinidad de ambas murallas, de la manera que lo harían Einsten u Oppenheimer, ante una ecuación de interminables variables, dado que, en caso de que supieran resolver dicha ecuación, jamás lo harían, pues ésta no tiene fin.
El pasado, como un hambriento y feroz tiburón blanco, persigue a su presa el futuro, que huye con la rápidez del gracioso delfín. Y sólo los separa esa milésima de segundo, que existe entrambos, así pues, el pasado devora el tiempo, mientras que el futuro lo rinde, lo entrega al engañoso pasado, que le promete paz, pero que al saborear esa milésima de segundo, reanuda su interminable persecución.
En esa grandiosa milésima de segundo, en la cual, reinos han caído, vidas se han perdido, llamas de pasión y de amor se han extinguido, en esta milésima de segundo, en la que destinos han sido decididos, ahí, apretujados existimos nosotros... ¿Qué pasará cuando el futuro se rinda, o cuando el pasado lo alcance, y el presente y todo lo que se encuentra inmerso en él haga implosión?; ¿Que pasaría, si éstas masas de tiempo eternamente omnipresentes, pero a la vez inexistentes (pues, un segundo, al pasar del presente al pasado, no existe, sino sólo en la memoria, al igual que un segundo que está en el futuro, como no ha pasado al presente, tampoco puede existir) se encuentran?. Ni pretenderé averiguarlo.
Tantos "que", tantas preguntas, y ninguna respuesta... éste es mi ignorante, humilde, dubitativo, frágil, misterioso, intrigante, escurridizo, infinito y perfecto presente...
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