Despertó a las 7am, su mente enfocada en una cosa, y en esa sola cosa nada más. Recorrió su rutina matutina más rápido y apurado de lo normal, hoy era un día sumamente importante. La reunión que decidiría si era hecho socio de Kane's, Lowell's, and co., una de las compañías publicitarias mas reconocidas y exitosas a nivel mundial, tomaría lugar hoy, a las 8:30 am en las oficinas de dicha compañía.
El reloj apuntaba las 8:37 am, mientras atravesaba rápidamente el lobby del edificio. Cuando se encontró al frente de las puertas de la sala de conferencia de Kane's, como era comúnmente llamada la empresa, ojeó rápidamente su reloj, 8:40 am marcaban las agujas,- seguramente la reunión habrá empezado-, pensó, nervioso.
Reunió todo el valor que pudo y lentamente giró la manilla de la puerta, se deslizó dentro de la habitación con rapidez y sigilo, esperando que no todos los que estaban en ese momento sentados en la mesa de la junta directiva, se dieran cuenta de su llegada tardía. Un hombre, ya maduro, aparentaba unos cuarenta y tantos, sin embargo, tenía unos cuantos más, con elegancia se levantó de su silla, exudaba confianza, inteligencia, carisma, y sobre todo, una sangre fría y una mente gélida para los negocios.
-Miembros de la junta directiva de Kane's, Lowell's & co, y representativos de Smith's Tobacco Company.-Dijo aquel hombre, mientras reposaba sus finas manos sobre la rustica, pero lujosa, mesa de ocre. -Hoy, 23 de noviembre, del año 1955, entra en sesión la junta directiva de Kane's junto con los representantes de Smith's, para discutir y finiquitar los asuntos restantes en la agenda antes de cerrar el trato entre dichas compañías. Caleb, hijo, tienes la palabra. No te preocupes, tu tardía llegada, queda excusada-. Sonrió fríamente.
Caleb, aunque nervioso, se levantó de su asiento con un semblante imperturbable.-Miembros de la junta directiva, y representativos de Smith's, me dirijo a ustedes hoy con total confianza en el talento, en la experiencia y en la reputación que por tantos años Kane's ha mantenido alrededor del mundo, y que estoy seguro seguiremos manteniendo en el futuro. Nuestra visión única, y nuestra constante innovación, combinada con la clase, la elegancia, el sex-appeal y originalidad que van inmersas en el producto de la Smith's Tobacco Company , lanzarán a Kane's y a Smith's, hacia el futuro. Y lo harán con el sello de grandeza, de glamour y de lujo, que los distingue-.
A medida que las palabras iban rodando y saliendo de su boca, adquiría la recién perdida confianza, atrayendo inconscientemente las concentradas miradas de todos los que se encontraban en la sala.
El trato fue cerrado, y los contratos y papeles firmados casi al momento en que Caleb terminó de hablar.
Regocijándose con su momento de triunfo, sentado, fumándose un cigarrillo y admirando la hermosa vista que tenía en su oficina, pensó: "Hoy es un día único, como ningún otro". Seguidamente, su padre, Ernest Kane, entró en su oficina, le dió una suave palmada en la espalda, y a continuación dijo:.- hijo, lo has hecho bien, se que quizás está de mas decirte eso, que lo has hecho bien-. Lastimosamente el sr. Kane no era tan bueno para estos momentos de calor paternal como lo era para los negocios. Luego balbuceó unas pocas palabras que Caleb no pudo entender, y tan repentinamente como entró, salió.
Inadvertidamente un pensamiento se coló en su, hasta ese momento, mente en blanco. Su cita con el médico, aunque pensó en dejarla para mañana y seguir disfrutando su reciente victoria, decidió realizarla y regresar luego para seguir celebrando.
Eran las 2:30 pm, cuando entró al consultorio.- Buenas tardes doctor Livingstone; ¿como se encuentra?-. Livingstone respondió.- Bien, bien, Cal-. Así le decía al niño que una vez trajo al mundo.- Y a juzgar por tu sonrisa veo que tu también lo estás, lo que hace esto, un poco mas difícil de lo que ya es. Bueno, Cal, tengo de vuelta los resultados de tus exámenes y lamento decirte que... No son nada buenos, lo lamento-. La sonrisa que dibujaba Caleb con sus labios fue borrada tan rápido, que ahora, parecía nada, sino un lejano recuerdo. Permaneció inmutable-. He hablado con diferentes doctores, no sólo de aquí, sino también de Suiza, Alemania y Estados Unidos, y todos concuerdan con mi diagnóstico inicial. Tienes una enfermedad llamada, linfoma de Hodgkin, comúnmente llamada, enfermedad de Hodgkin, la cual es un cáncer que se origina en el tejido linfático. Este tejido comprende los ganglios linfáticos y los órganos relacionados que forman parte del sistema inmunológico y del sistema productor de sangre del cuerpo. Es una enfermedad invariablemente terminal, para la cual lastimosamente, para nuestro tiempo no se ha conseguido cura o tratamiento alguno-. Caleb sentía como el consultorio del doctor Livingstone se hacía cada vez más y más chico, toda la presión, el nerviosismo, el triunfo y el júbilo que había experimentado hasta hacía unos pocos segundos, se habían desvanecido, nada importaba ya. No importaba el trato con Smith's, no importaba Kane's, no importaba ni la fútil y constante búsqueda de aprobación de su padre, ni tampoco la aprobación misma.- La verdad me parte el corazón cada vez que tengo que dar noticias como éstas. Pero esta vez es diferente de alguna manera, es un poco surreal darle esta noticia, a una persona a la que traje el mundo. Cal, tienes el número de teléfono del consultorio, aquí esta anotado el de mi casa-. Le da una tarjeta-. Llámame cuando quieras a la hora que quieras-.Caleb , luego de un tiempo respondió.-Que tenga buenas tardes, Dr. Livingstone, aprecio su preocupación-. Hizo un ademán con su mano, como restándole importancia al asunto.- Pero, estaré bien-. Todas las cosas que hasta ese momento habían sido "esenciales" en su vida, se derrumbaron de manera devastadora, tal y como, un ligero disturbio en el ambiente ocasiona una avalancha. Así actuó la noticia sobre Caleb, una avalancha de desesperanza, de impotencia, de tristeza, de agobiante dolor, de pérdida, de muerte se abalanzó sobre él.
Al salir de la clínica, vio todo de una manera distinta, todo era igual pero, drásticamente diferente, los colores brillaban más, los sonidos eran mas agudos, el viento ya no rozaba su piel, sino, la acariciaba, era como un manto invisible de terciopelo que tocaba su piel, tan suave, tan placentero; sentía la tierra moverse bajo sus pies, todos sus sentidos habían sido agudizados de una manera anormal.
No sabía adónde ir, caminaba sin querer hacerlo, era como que si sus pies tuvieran voluntad propia, simplemente andaban, ¿hacia donde?, Caleb no lo sabía.
Sólo quería llorar, derrumbarse sobre su cama y esperar a que la implacable y certera muerte tocara miserablemente a su puerta, el atendería su llamado mortífero, tenía que hacerlo.
Una semana había pasado desde la trágica noticia. No había salido de su casa, sino para comprar las incontables cajas de cigarrillos que fumaría, y las numerosas botellas de vino, whisky y ron que tomaría. No contestaba su teléfono, su mero repique lo aturdía, al igual que lo hacían los ya excesivos toques a su puerta, los cuáles entre sueños, eran confundidos con la mísera parca.
Una noche, pensando en que se sentiría morir, en qué pasaría con él, se acabaría todo, o habría un cielo?; sus pecados serían castigados o perdonados?; habría un Dios, o sería sólo un cuento de hadas?. Como una juguetona mariposa, un pensamiento entró en su cabeza. "¿Por qué carajo desperdiciar el tiempo que me queda en el mundo llorando, como un marica, como un pendejo?; "Quiero irme de esta mierda, quiero escapar, quiero correr. Quiero desvanecerme en la nada".- Tranquilo-. una vocecita en su cabeza le respondió-. dentro en un año y tres meses aproximadamente lo harás. Rió de una manera enferma y un poco agónica. Era verdad, en un año y tres meses, más o menos, moriría. Y de alguna manera, su inevitable destino, suponía un alivio, se iría, lejos de esta incertidumbre, lejos de el dolor, de la necesidad, de la agonía, no estaría aquí mas.
Su reloj, daba las 8 am, mientras salía de su apartamento con su maleta en mano, sus llaves y su cartera en sus bolsillos, y se dirigía al banco. Sacó todo el dinero que tenía en su cuenta. Se paró en el medio de una plaza y empezó a mirar a todas las persona que se encontraban allí con él, en ese reducido espacio de tierra, embellecido y a la vez olvidado por el hombre, y ni siquiera sabía sus nombres, no sabía absolutamente nada de ellos, el tipo de música que les agradaba, sus comidas favoritas, sus colores preferidos, los pequeños detalles que los diferenciaban a unos de otros. Se sintió apenado, triste, por no saber todas esas cosas, y aunque en realidad deseaba aprenderlas, y sentía tantas ganas de hacerlo, de preguntarles, no podía, lo tildarían de loco, de anormal, sería nada mas y nada menos que una inconveniencia en la vida de las personas que ese día allí se encontraban, se paró, se dirigió hacia la calle a parar un taxi, sin embargo, siendo hijo de una familia acaudalada, nunca había tenido la oportunidad de montarse en autobús, y esta vez la aprovecharía, nunca había tenido tiempo, pero desde hoy si lo tendría; tendría un año y unos pocos meses de tiempo. Montarse en autobús, sería la primera de muchas cosas que haría por primera vez.
Al salir de la clínica, vio todo de una manera distinta, todo era igual pero, drásticamente diferente, los colores brillaban más, los sonidos eran mas agudos, el viento ya no rozaba su piel, sino, la acariciaba, era como un manto invisible de terciopelo que tocaba su piel, tan suave, tan placentero; sentía la tierra moverse bajo sus pies, todos sus sentidos habían sido agudizados de una manera anormal.
No sabía adónde ir, caminaba sin querer hacerlo, era como que si sus pies tuvieran voluntad propia, simplemente andaban, ¿hacia donde?, Caleb no lo sabía.
Sólo quería llorar, derrumbarse sobre su cama y esperar a que la implacable y certera muerte tocara miserablemente a su puerta, el atendería su llamado mortífero, tenía que hacerlo.
Una semana había pasado desde la trágica noticia. No había salido de su casa, sino para comprar las incontables cajas de cigarrillos que fumaría, y las numerosas botellas de vino, whisky y ron que tomaría. No contestaba su teléfono, su mero repique lo aturdía, al igual que lo hacían los ya excesivos toques a su puerta, los cuáles entre sueños, eran confundidos con la mísera parca.
Una noche, pensando en que se sentiría morir, en qué pasaría con él, se acabaría todo, o habría un cielo?; sus pecados serían castigados o perdonados?; habría un Dios, o sería sólo un cuento de hadas?. Como una juguetona mariposa, un pensamiento entró en su cabeza. "¿Por qué carajo desperdiciar el tiempo que me queda en el mundo llorando, como un marica, como un pendejo?; "Quiero irme de esta mierda, quiero escapar, quiero correr. Quiero desvanecerme en la nada".- Tranquilo-. una vocecita en su cabeza le respondió-. dentro en un año y tres meses aproximadamente lo harás. Rió de una manera enferma y un poco agónica. Era verdad, en un año y tres meses, más o menos, moriría. Y de alguna manera, su inevitable destino, suponía un alivio, se iría, lejos de esta incertidumbre, lejos de el dolor, de la necesidad, de la agonía, no estaría aquí mas.
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