Vaya matrimonio que tenemos mi querida vida,
Aunque en este universo hay numerosas bifurcaciones,
Tu y yo juntos, sólo conocemos una sola vía,
La del tiempo, aquél viejo amigo que siempre nos acompaña,
Que nunca comenzó, y que jamás terminará.
De manos vamos caminando,
Tu, elogiada y embellecida por la esperanza,
Siempre bella, y constantemente dando,
Mientras que yo, sinónimo de ultranza,
Siempre me encuentro quitando.
Recuerdo claramente el día que nos conocimos,
El día que por primera vez nos vimos,
Tu, con tu velo blanco y con tu ramo de rosas,
Como esperando,
Y yo con mi sobretodo negro montado en mi fúnebre carroza,
Entre nosotros no hubo necesidad alguna de prosas,
Pues como siempre son las cosas,
Fue decidido por el mismo destino.
Yo me enamoré de tu hermosura,
Y de tu magnífica simplicidad,
Tu en cambio me amaste,
Por mi voracidad, por mi insaciabilidad,
Y ahora me odias, por mi infidelidad,
Acaso no era obvio el futuro?
Nunca el panorama se pintó placentero,
Más, siempre fue arduo y duro.
Atrapados estamos ahora en las mandíbulas de acero,
Del destino, nuestro casamentero,
Ahora te imploro, no podemos empezar desde cero?
1 comentario:
sensacional... Simplemente magico!
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